Nuestra relación con el concepto de la muerte no siempre está muy latente mientras jugamos videojuegos. De hecho, a veces, es una algo muy trivial. Morirse pasa a ser solo una mecánica artificial sin ninguna penalización real, o puede ser algo que muy rara vez puede pasar.
Hay juegos, por supuesto, que exploran a más profundidad el concepto de la muerte y lo hacen una parte relevante de la experiencia, pero ¿qué pasa cuando a mitad del juego, luego de haber construido tu propia versión de ese entorno virtual y haber desarrollado un personaje en él, el jugador muere en la vida real?
La historia de Meredith Myers y su hermana Kylie no es la primera vez que la vemos dibujada, hace unos años también se hizo conocida la historia de un padre que luego de 10 años de su muerte su hijo, ahora con 16 años, se consiguió con una partida contrarreloj en Rally Sports Challenge en la que podía jugar contra el auto fantasma de su padre para nunca querer ganarle y así no borrar al fantasma de su padre.
Con Kylie conseguimos algo similar. Ella creó su personaje y mundo en Animal Crossing, poniéndole a todo lo que pudo su color favorito y estableciendo relaciones con los otros personajes. El resultado de esto viene a responder la pregunta de qué pasa cuando mueres y dejas ese mundo virtual tocado por tu interacción: se vuelve un monumento para tus seres queridos.
Esta partida jugada es un regalo y un tesoro para su hermana, quien dice que ya no puede cuidar de su hermana pequeña, quien murió hace 5 años de cáncer, pero puede cuidar de la partida dejó con su nombre.
Este impacto tan significativo en la vida de Meredith va más allá de todo lo que esperamos que haga la tecnología por nosotros y, por supuesto, también explora una relación con la muerte mucho más profunda que cualquier mecánica incorporada.